Tienes tu parte en la felicidad aún en medio de un mundo en bancarrota. Te enfureces, te afliges y apartas el diario mas con esto no alivias el total desamparo de millones de seres a los que se ha vedado el derecho a existir. La única tierra que han de tener es una sucia fosa.
Tu tomaste partido por la vida que se les niega a los desheredados. Comprendo que te hiera este dolor pero no llores: canta. Tu mejor testimonio es una voz al aire y no el gran ruido que no permite hablar y que al final impide pensar también en lo que esta ocurriendo.
Hasta la más sencilla canción enamorada se ha vuelto rebeldía que el más cuitado entiende y puede hacerla suya tal si fuera un tesoro de emoción y esperanza que puede repetirse como un himno y que salta los muros de las cárceles que está en la selva y entre los cascotes de un pueblo bombardeado.
La voz y la palabra pueden con el gran ruido que quiere anonadarte.
En tiempos de ignominia como ahora a escala planetaria y cuando la crueldad se extiende por doquier fría y robotizada aún queda mucha buena gente en este mundo que escucha una canción o lee un poema: ellos saben muy bien que la Patria de todos es el canto, la voz y la palabra; única Patria que no pueden robarnos ni aún poniéndonos de espalda contra un muro y deshaciéndonos en mil pedazos.
Por eso digo una vez más: que nadie piense y grite: no puedo más y aquí me quedo. Mejor mirarles a la cara y decir alto: tiren hijos de perra somos millones y el planeta no es vuestro. JOSÉ AGUSTIN GOYTISOLO
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