viernes, 31 de julio de 2015

JAKIN NAHI NUKE NORK IRABAZI DUEN


LAXOA




El domingo 9 de agosto de 1846 se celebró en la plaza de Urdanibia de Irún ante 12.000 personas un partido de Laxoa entre guipuzcoanos y vasco-franceses, el partido más famoso que jamás se ha disputado dentro de la Historia de la Pelota.

La época en que se ubico este desafío, mediados del siglo XIX, corresponde quizá al momento más brillante por el que ha pasado la Pelota Vasca. Abundan los grandes desafíos entre los distintos pueblos, regiones e incluso internacionales justificados por la presencia en cada pueblo de pelotaris de alta y justificada fama, se desarrolla el puro amateurismo y el pelotari defiende con todas sus fuerzas el prestigio y honor de su pueblo. Estos encuentros, que movilizan a toda la comarca, representan un auténtico acontecimiento, que comienza con la misa presidida por el Ayuntamiento y termina invariablemente en la posada del pueblo alternando el sonido del txistu y los bertsos.

La mayoría de los autores y trabajos publicados a la hora de analizar este histórico partido de Irún incurren en un error fundamental, pues hablan de que la modalidad utilizada en el desafío fue el Rebote. Nada más lejos de la realidad. Se puede afirmar taxativa y rotundamente que la herramienta y juego del acontecimiento fue el Guante o Laxoa.
En primer lugar, la modalidad reina en toda Euskal Herria en aquella época era el Laxoa. Es un hecho históricamente constatado que la chistera de mimbre, la herramienta que se emplea en el Rebote, nació en el año 1 857, o sea, once años más tarde de la fecha del partido de Irún. Fue, tal y como se ha señalado en el apartado dedicado a los “Guantes”, Jean Dithurbide de Senpere, conocido como Gaintchiki el herrero, quien ¡deó la nueva herramienta y el nuevo mecanismo de jugar. Y como también figura en el mismo apartado, en el Museo Vasco de Baiona se conserva la herramienta, el guante de cuero, que Gaskoina utilizó en dicho partido con la siguiente inscripción: “Guante de cuero utilizado por el pelotari Jean Erratchun Gaskoina de Hasparren (Laburdi) durante el legendario desafío del 9 de Agosto de 1 846 en Irún (Guipúzcoa) marcado por la victoria del equipo labortano”. Por otra parte, en el bando vasco-francés figuraba el cura baztandarra Joaquín Gamio, que a buen seguro como buen baztandarra desconocía el juego de Rebote, lo mismo que sucedía en el Valle. El hecho de que en cada equipo se alinearan cinco pelotaris ha hecho sostener a los desconocedores del Laxoa la teoría del Rebote, ignorando que, aunque actualmente son cuatro los componentes, antaño también jugaban cinco pelotaris en cada equipo de Laxoa y viceversa, es decir, cuatro en los conjuntos de Rebote. Además, todas las interpretaciones que se han hecho sobre el desafío de lrún han sido realizadas bastante tiempo después de su celebración, siempre desde el análisis y punto de vista vasco-francés, cuando el Rebote ya se había impuesto allí y el Laxoa les era desconocido al haber quedado arrinconado en las zonas de Baztán y la Regata del Bidasoa. Hay que tener en cuenta que las referencias de la época que nos informan sobre el partido no nos proporcionan datos técnicos sobre el juego, sino que únicamente inciden en aspectos pintorescos, tan del gusto francés.

Por el bando vasco-francés jugaron Gaskoina, apodo de Jean Erratchun, restador de Hasparren, de 29 años; el cura Joaquín Gamio de Liga (Baztán), restador de 39 años; Dominique Harriage, de Hasparren, de 26 años; Dominique Saint-Jean “Eiharakoa”, al que llamaban Domingo el Zurdo, sacador de Ustaritz, de 23 años y contrabandista de profesión y finalmente Domingo Ezpeleta “Ezpeletarra”. De fa alineación guipuzcoana se tienen muchos menos datos, aunque se sabe que integraron la formación Manuel Azpide “Melchor”, “Tripero”, un tal Lopetegui, “Molinero” y un quinto cuyo nombre se desconoce.

El más célebre de todos los participantes es, sin duda, Gaskoina, un pelotari al que aluden continuamente los escritores de Iparralde de su tiempo, presentándole como un hombre corpulento, gordo, macizo, de hombros caídos, poco elegante y bastante indiferente. Cuentan que el abbé Souberbielle, director del gran seminario de Baiona, comentando en clase un pasale de Bossuet, algunos años después del partido de lrún, manifestó que él, puesto a elegir entre ser Gaskoina o ser Bossuet, hubiese optado por el primero. Gaskoina murió en su pueblo natal Hasparren el año 1 859, a la edad de 42 años, durante una epidemia que devastó la villa. El escritor Pierre Laffite relata cómo para levantar el ánimo de la población acobardada, el párroco de Hasparren, el poeta Gracián Adema, tuvo la idea de organizar los partidos de Pelota más interesantes que pudo. Gaskoina, que al tiempo de la celebración de uno de estos partidos estaba agonizando, se hizo contar tanto por tanto lo que iba aconteciendo en el trinquete situado enfrente de su casa, en el “Hotel du Jeu de Paume”, interesándose, incluso, por el resultado final: “Jakin nahi nuke nork ¡rabazi duen”.

Comenzó el partido favorable a los guipuzcoanos o probintzianos como entonces se les conocía, que se adelantaron merced a las dudas de Gaskoina y el mal juego de Gamio, que como español era el centro de todas las sospechas. Poco a poco, Gaskoina fue encontrando su lugar en la plaza y con una maravillosa sucesión de ¡ugadas igualó el partido. Los juegos se sucedían y rara vez había más de un kintze entre ambos equipos, hasta llegar a dos kintzes del final. La situación era extrema, dramática. Entonces, un francés ofreció a Gaskoina un par de bueyes si conseguía acabar el partido y Gaskoina hizo el tanto siguiente, pero en la jugada posterior, Gamio le robó la pelota y de nuevo los equipos se igualaron. En ese momento, Gaskoina hizo una raya y ganó la siguiente jugada y con ella, el partido. Regresó a Francia escoltado por sus amigos, quienes sospechando mala fe, no le dejaron aceptar un trago ni un cigarro en suelo español. Además del par de bueyes, Gaskoina ganó 4.000 francos.

A este partido también se le ha llamado “el partido de las tachuelas”, pues tan pronto como empezó, una alfombro de clavos apareció en la plaza en honor a Gaskoina, que acostumbraba a jugar descalzo y un grupo de españoles sobornó a un francés amigo de él, para que le diera frecuentes tragos de su propia boto de vino, con la esperanza de emborracharle. Ninguna de estas artimañas tuvo éxito, pues las duras plantas de los pies de Gaskoina ignoraban las chinchetas. En cuanto a los odres de vino, el prudente ganadero francés, los había llenado… jde sopal

El partido debió haberse jugado el día anterior, sábado, pero el mal tiempo obligó al aplazamiento, y los forasteros, muchos de los cuales habían llegado días atrás, se vieron en la necesidad de acampar en los aledaños de la plaza. La impresión de un exilio la acrecentaban quienes se llevaron sus parejas de bueyes, cerdos y demás enseres para apostárselos. La ciega pasión de la apuesta incitó a otros, que carecían de bestias de trabajo o no tenían dinero, a jugarse la cosecha del año siguiente. Los judíos de Baiona, entre ellos un estudiante que arriesgó 40.000 francos, apostaron grandes cantidades contra los guipuzcoanos. Un latonero guipuzcoano perdió su negocio, existencias, dinero y dos mulas; un aldeano jugó su caballo contra cuatro o cinco onzas de oro; otro perdió su rebaño de cien ovejas y doscientos corderos. Los guipuzcoanos, que habían venido con una mulo cargada de duros, “la vieron enseguida aligerada de peso”. Se cuenta que habían traído palomas mensa jeras para anunciar la victoria en San Sebastián, pero se equivocaron de camino y tomaron la ruta del Baztán e Iparralde:
“Bainan usoa zaie bidean trunpatu,
Donostia utzirik, Laphurdin da sarthu”.
El monto total de las apuestas se calculó en doscientos mil francos, cantidad extraordinaria si se tiene en cuenta que 1as monedas tenían en aquellos tiempos paridad con el oro. Es necesario imaginar que entonces en España, la unidad monetaria corriente era el real. También se dieron proposiciones inmorales, como la de un “rico hidalgo” que antes del partido, ofreció a Gaskoina 8.000 francos por dejarse ganar, a lo que el pelotari prometió contestar “dos horas más tarde”. El tomaba parte en la competición por cuenta ajena, por cuenta de las clásicas “sociedades” que cuidan y mantienen a los pelotaris durante la época preliminar a las apuestas. Según “Le Mémorial des Pyrénées”, los “apustularis”, agradecidos, decidieron premiar a Gaskoina con 3.000 francos y una pareja de bueyes, añadiendo que “algunas ganancias más de esta índole y pronto Gakoina será tan poderoso como el cura de Lesaka, que ha ganado 40.000 francos jugando a la pelota”. Se supone que se referirá al cura Juan Bautista Iribarren, quien, al contrario que Gamio, sí hizo caso al Obispo de Pamplona y no participó en el partido. Por su parte, el cura Gamio hubo de salir ese mismo día exiliado a Francia al haber hecho caso omiso de la prohibición del Obispo respecto a los clérigos y los partidos de Pelota. Al tiempo volvió a su pueblo a lomos de un hermoso caballo, recompensa por sus méritos como pelotari en el partido de Irún.


BIBLIOGRAFIA: Guante Laxoa, La modalidad mas antigua de la pelota vasca por Tiburcio Arraztoa Urrutia (Irurita, Baztan, Nafarroa) paginas 135 – 141 (año publicación 2004)
Editado para PILOTARIEN BATZARRA por dco1971

EL DE LOS PIES ALADOS


DEL OLVIDO


FRANCIS JAMMES ET RAMIRO ARRÚE





EL PARAISO, UNA INMENSA BIBLIOTECA


jueves, 30 de julio de 2015

QU'IL EST BEAU , PAU

















LE REPOS DE MON POT


D' AILLEURS DERRIDA

Hay, en ese mar revoltoso y plagado de monstruos y monumentos que es Youtube,  un documental de la escritora, poeta y cineasta egipcia Safaa Fathy sobre la relación entre el pensamiento y la biografía de Jacques Derrida: D’ailleurs Derrida (Por otra parte,  Derrida). Allí el filósofo, que murió en 2004, se mueve por distintos escenarios y países;  la cámara lo sigue por la playa, dando clases en la universidad, por la calle, en su casa mientras trabaja, subiendo al altillo donde tiene su biblioteca –el lugar de lo sublime, dice él, porque es el más alto de la casa, pero también porque es el de la sublimación. Se lo ve encantado de que lo filmen. Mueve las manos como si buscara las palabras con los dedos. Su pelo blanco y esponjoso es como el penacho de un pájaro engreído.

Más o menos hacia la mitad del film dice, mirando no exactamente a cámara, sino a alguien que está detrás:

Cuando dejo una huella, borro la singularidad del destinatario. Aunque deje una palabra secreta, escrita en secreto,  diciéndole a alguien: “te amo, a ti, únicamente”,  yo sé que eso cuando está escrito, y formulado en un idioma, y por lo tanto legible,  cuando la huella sea descifrable, perderá la unicidad del destinatario, de la destinataria.

Cuando escribo, niego de alguna manera, o lastimo, la identidad o la unicidad del destinatario.  Y ya no me dirijo a tal o cual persona, sino a cualquiera. La escritura es una traición.

Y entonces, dado que traiciono al escribir, yo cometo un perjurio al escribir, no puedo estar dejando de pedir perdón por el perjurio en el que consiste escribir, en que consiste firmar.

Marca, herida, huella, traición, estarían, entonces, implicados en el acto de la escritura y la escritura  no podría ser de otra forma  que estando afuera y dada a la lectura, a la interpretación. Podríamos decir: se le va de las manos. La autoría está determinada por la firma, pero no por una relación de autoridad. Ser un autor no implica ser autoritario, tener el control. Entonces, pide perdón.

Pide perdón, también, dice, por creer que lo que tiene para decir es interesante. Por –y hace un gesto como el del exhibicionista que abre su sobretodo para mostrar su desnudez– llamar la atención, exponerse impúdicamente.

Pide perdón, pero no pide ser absuelto. Ni está dispuesto a cumplir penitencia alguna.

El perdón que pide Derrida es el que se transforma en máquina de tiempo y permite volver atrás, retroceder, y hace operar, en ese movimiento, la posibilidad, la promesa, el proyecto, el futuro. Volver a las marcas, las huellas y, con un recorrido hecho, con una experiencia nueva, una que no se tenía antes de la herida, leer con otra disposición, esas mismas marcas.

¿Es necesario pedir perdón? ¿Hace falta una escena del perdón?, se pregunta Derrida. ¿O un perdón es siempre silencioso, callado, íntimo, secreto?

Pero la pregunta más difícil es si es posible perdonar. O mejor: qué significa perdonar. ¿Olvidar? ¿Indultar? ¿Pisar el pasado?

Sería más bien, “volver al mismo lugar –escribe la filósofa Diana Sperling, a propósito del concepto de Perdón en Walter Benjamin, Hanna Arendt, Derrida– pero para hacer la diferencia.

El tiempo se vuelve maleable. Ya no es rígido, ni impenetrable. Los residuos del pasado, restos del tiempo perdido, son rescatados para ser leídos desde nuevas coordenadas de interpretación.

Virginia Cosin



http://blog.eternacadencia.com.ar

martes, 28 de julio de 2015

BRULÉ, BROYÉ









Cuando Duchamp comprendió que había diseminado generosamente sus ideas en el viento hasta quedarse sin ninguna, puso fin al juego "de forma aristocrática" y anunció profético que otros jóvenes se especializarían en el ajedrez del arte contemporáneo.
Después se puso a jugar al ajedrez.
SALVADOR DALÍ

URINARIO









CONVERSACIONES CON MARCEL DUCHAMP (II)





….Cuando era joven, ¿no sintió deseos de tener una cultura artística?

Quizá, pero muy poco. Me habría gustado trabajar, pero había en mi un fondo de pereza tremendo.
Me gusta más respirar que trabajar. No creo que el trabajo que he hecho pueda tener en el futuro ningún tipo de importancia desde el punto de vista social. Así que, por decirlo de algún modo, mi arte consistiría en vivir; todos y cada uno de los segundos, todas y cada una de las veces que respiramos son una obra que no está en ninguna parte, que no es ni visual ni cerebral. Es algo parecido a una euforia
constante……..

lunes, 27 de julio de 2015

PAR LA CORNICHE, MA BICHE


INSIDE OUT







CONVERSACIONES CON MARCEL DUCHAMP




……Cuando echa la mirada atrás, a su vida entera, ¿cuál es su principal motivo de satisfacción?

Lo primero, la suerte que he tenido. Porque en el fondo, nunca he trabajado para vivir.Soy de la
opinión de que trabajar para vivir es, en cierto modo, una estupidez desde el punto de vista eco-
nómico.Tengo la esperanza de que algún día se consiga vivir sin tener la obligación de trabajar.
Gracias a la suerte que tuve, pude librarme. Llegó un momento en que caí en la cuenta de que no
había que crearse en la vida estorbos que fueran una carga, ni demasiadas cosas que hacer, ni eso que se llama mujer, hijos, una casa en el campo, un coche. Y, afortunadamente, tardé muy poco en darme
cuenta.Con lo cual pude llevar largo tiempo una vida de soltero mucho más fácil que si hubiese tenido
que hacer frente a todas las dificultades habituales de la existencia. En el fondo, eso es lo principal.
Así que me considero muy afortunado. Nunca me han sucedido desgracias de consideración, ni he 
pasado ni por penas ni por neurastenias.Tampoco he sabido lo que era el esfuerzo de producir, porque
la pintura nunca fue para mí un escape, ni una necesidad imperiosa de expresarme. Nunca he sentido
esa clase de necesidad de dibujar a todas horas, continuamente, ni de hacer esbozos, etc. No puedo
decirle más. Nunca he notado remordimientos……

CONVERSACIONES CON MARCEL DUCHAMP
Pierre Cabanne

jueves, 23 de julio de 2015