El gran error: creer que estamos solos, que los otros vinieron y se han ido como un fugaz destello en un radar, cuando es probable, en cambio, que el espacio haya estado atestado desde siempre, repleto hasta los bordes de energías que no podemos ver, que no sentimos por mucho que se acerquen a nosotros, viviendo a nuestro lado, resolviéndose, muriendo, conquistando otros planetas, haciendo reverencias a sus soles inmensos e imperiales, arrojando pedruscos a sus lunas. Y tampoco cesan de preguntarse si están solos, y lo único que saben es que quieren saber, y que hay un pozo inmensurable que se abre entre sus luces y las nuestras. TRACY K. SMITH
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