De buena gana insistiriamos aquí en la innumerables repercusiones
morales, religiosas y políticas de esta locura-la locura del sentido,
que es la locura por excelencia, locura para la cual no hay más antídoto filosófico
que un materialismo intransigente(es decir, el de Lucrecio y Epicuro, no el de Marx)-.
Tomar en serio justo lo que no es serio(que lo anodino se vuelva esencial,
que la lectura del periódico se convierta en la "oración de la mañana"),
percibir de manera complaciente algo importante allí donde no hay nada que tenga importancia,
el espíritu religioso y dócil, presto a reconocer en cualquiera que hable alto y fuerte
a un mensajero de la Historia, cuando no un mensajero de Dios,
la idea de un bien y de un mal(según que se favorezca el advenimiento del sentido
o que se resista a ello),
la preocupación por contribuir a la realización del sentido,
son los peligros que resultan y que ya conocemos,
la fatalidad de la intolerancia y las persecuciones:
éstas son , entre otras, algunas de esas repercusiones más enojosas.
Clément Rosset
LO REAL
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