No has aprendido nada, salvo que la soledad no enseña nada,
que la indiferencia no enseña nada: era un engaño, una ilusión fascinante y con trampa.
Estabas solo y ahí estaba todo y querías protegerte;
que entre el mundo y tú los puentes se suprimieran para siempre.
Pero eres tan poca cosa y el mundo es una palabra tan grande:
no has hecho sino errar en una gran ciudad,
bordear fachadas durante kilómetros,
escaparates, parques y muelles.
GEORGES PEREC
Un hombre que duerme
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