Muy bien, les propongo otra cosa. ¡Atiendan! Son ustedes unos votantes tan libres y tan independientes, y estoy tan orgulloso de ustedes…, conforman una circunscripción tan noble, tan avanzada, me invaden tales deseos de obtener el honor y la distinción de ser uno de ustedes, de alcanzar el nivel más elevado al que las alas del pensamiento humano pueden alzarse…, hasta tal punto que les voy a proponer otra cosa: les entrego todas las tabernas de su espléndido pueblo a cambio de nada. ¿Se dan por satisfechos con eso? ¿No? ¿Todavía no me compran el lote? Pues en ese caso, antes de enganchar el caballo y marcharme, antes de hacerle la oferta al siguiente y espléndido pueblo con el que me encuentre, les sugiero algo más. Si me compran el lote, iré tirando dos mil libras por las calles de este espléndido pueblo para que las cojan los más rápidos. ¿No les basta con eso? Atiendan pues. Ahora sí que voy a llegar al límite. Esas dos mil las convierto en dos mil quinientas. ¿Todavía no? ¡Señora! ¡Enganche el caballo…! No, espere un momentito, tampoco voy a marcharme así por una menudencia: les ofrezco dos mil setecientas cincuenta libras. ¡Sí! Compren el lote en las condiciones que ustedes elijan, y yo contaré dos mil setecientas cincuenta libras en el estribo del carromato para tirarlas por las calles de su espléndido pueblo y para que las cojan los más rápidos. ¿Qué me dicen? ¡Convénzanse! Jamás podrán conseguir algo mejor, y sí muchas cosas peores. ¿Lo aceptan? ¡Hurra! ¡Me he vuelto a vender y he conseguido el escaño!
Doctor Marigold
CHARLES DICKENS
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