Soy sólo una mitad,
gajo de fruta sola,
rodaja de una ausencia,
una mitad tan sólo.
La otra mitad
no es mía.
Como una azul marea
se me acerca
y se aleja después en busca de la luz.
Ella, de miedo herida,
huyendo con zapatos
del laberinto de las soledades
y yo en la sombra,
soledad encontrada, mágico espejo.
Nos amamos las dos,
pero los besos caminan en silencio y sin rasguños;
tan frágil es la unión de dos mitades,
apenas hilo,
al fondo, telarañas.
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