Subrayando, patética o fanáticamente, el aspecto enigmático de lo enigmático no hay avance posible; el misterio lo penetramos sólo en la medida en que lo reencontramos en lo cotidiano, gracias a una óptica dialéctica que nos presenta ese cotidiano en su condición de impenetrable, presentando a la vez lo impenetrable en su condición de cotidiano.
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