LA CANCIÓN DE KORNÉL ESTI (...) Has de ser la envoltura del sabio placer, de la fruta, la fascinante piel, el verdor del árbol, de la mar el rumor: la imagen de lo profundo. (...) Negocia con locos caprichos charla con mortales peligros, y ríete del que se esmera en buscar lo profundo. ¿Qué te trae el buzo que emerge de lo profundo? En la mano, triste barro, lo único que brinda aquel mundo. Nada disfruta de la magia de los destellos del agua, abajo gime, trastabilla encadenado, le pesan los guantes, los grandes ojos de vidrio contemplan serios y fríos. (...) Has de ser vacío y liviano, liviano y siempre juguetón, vidente, pero visible de lejos, con la seda de un centenar de palabras ardientes, como la bandera, o la pompa de jabón, arriba entre los vientos, en el cielo, y vivir mientras lo haga el alma, la belleza, o los caprichos, porque yo también -lo juro por Dios- sólo viviré hasta entonces. Ve a flotar sobre lo profundo envuelto en colores sutiles; sé como la nada, tú el todo.
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