UNA ACEITUNA CON HUESO.
Pero siempre hay gente con ganas de convertir su última cena en un mensaje, más o menos profundo. Victor Feger, ejecutado en Iowa en 1963, solo pidió una aceituna con hueso.
Quería que, una vez muerto, un olivo pudiera florecer desde sus entrañas.
Phillip Workman (ajusticiado en Tennesse en 2007) solicitó que, en lugar de servirle nada a él, repartieran pizzas vegetales a todos los sintecho de su ciudad, Nashville. El estado se lo negó, pero un grupo de activistas organizó una masiva campaña para cumplir su última voluntad.
Aunque el caso más triste fue quizá el de Ricky Ray Rector. Mató a un agente de policía en Arkansas y luego se pegó un tiro. No consiguió suicidarse, pero la bala le arrasó el cerebro. Quedó medio tonto. La víspera de ser ejecutado, el 24 de enero de 1992, pidió un filete, un trozo de pollo frito, cherry Kool-Aid (un refresco de polvos) y un trozo de pastel de nueces. Se lo comió todo, menos el pastel. Dijo que quería guardárselo para después.
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