DAR UN PASEO
“Casi no hay nada que muestre, más que las excursiones a pie, la miopía o los caprichos de la imaginación. Al cambiar de lugar modificamos nuestras ideas; no, más aún: nuestras opiniones y sentimientos.
Mediante un esfuerzo en realidad podemos transportarnos a escenarios antiguos, ya largamente olvidados, y entonces el cuadro de la mente vuelve a revivir; pero olvidamos aquellos que acabamos de dejar.
Diríase que sólo podemos pensar en un lugar a la vez; el lienzo de la fantasía sólo tiene ciertas dimensiones y si en él pintamos un conjunto de objetos, inmediatamente se borran otros: no podemos ensanchar nuestras concepciones, sólo cambiar nuestro punto de vista
. El paisaje desnuda su corazón al ojo fascinado, llenándonos por completo y parece que no pudiésemos formar otra imagen de hermosura o de grandeza.
Seguimos adelante, no pensamos más en él: el horizonte que lo aparta de nuestra memoria como un sueño. Al pasar por una comarca baldía no puedo formarme la idea de otra, feraz y cultivada. Me parece que todo el mundo debe estar yermo como lo que veo de él. En el campo olvidamos la ciudad y en la ciudad despreciamos el campo. “Más allá de Hyde Park – dice sir Fopling Futter – todo es desierto”. Toda la parte del mapa que no vemos ante nosotros está en blanco.
El mundo, tal como lo imaginamos, no es mucho más grande que una nuez; no es una perspectiva que se expande hasta otra, un condado unido a otro, un reino a otro, la tierra con los mares, formando una imagen voluminosa y vasta, la mente no puede formarse del espacio una idea más grande que lo que el ojo puede abarcar en una sola mirada. El resto es un nombre escrito en un mapa, un cálculo de aritmética. Por ejemplo, ¿cuál es el significado auténtico de esa inmensa masa de territorio y de población que conocemos con el nombre de China? ¡Una pulgada de plastilina en un globo de madera, no más importante que una naranja de la China! Las cosas que tenemos cerca nos parecen de tamaño natural, las cosas que están lejanas disminuyen hasta el tamaño del entendimiento; medimos el universo por nosotros mismos y sólo comprendemos, por partes, la textura de nuestro propio ser.
De esta manera, sin embargo, recordamos una infinidad de cosas y lugares; la mente es como un instrumento mecánico que toca una gran variedad de melodías pero debe tocarlas en sucesión. Una idea trae a la mente otra pero, al mismo tiempo excluye todas las demás. Al tratar de renovar viejos recuerdos no podemos, por decirlo así, desenvolver toda la urdidumbre de nuestra existencia; debemos elegir los hilos sueltos.
Así, al llegar a un lugar en el que antes vivimos y con el que hemos tenido asociaciones íntimas, cada quien debe haber descubierto que el sentimiento se hace más vivo cuanto más nos acercamos al lugar, por la simple expectativa de la impresión real: recordamos circunstancias, sentimientos, personas, rostros, nombres en los que no habíamos pensado durante años. Pero, por el momento, ¡queda olvidado todo el resto del mundo!”
William Hazlitt
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