jueves, 29 de enero de 2015

ET PUIS LA PLUIE





DAS IST KOMISCH




DAS IST KOMISCH

Lo que los relatos de Kafka tienen es más bien una grotesca, magnífica y completamente moderna complejidad, una ambivalencia que se convierte en la lógica multivalente inclusiva del, entre comillas, “inconsciente”, que yo personalmente creo que no es más que una forma sofisticada de llamar al alma. El humor de Kafka -que no solo es neurótico sino que es antineurótico, heroicamente cuerdo- es, en última instancia, humor religioso, pero religioso al estilo de Kierkegaard y Rilke y los Salmos, una espiritualidad desgarradora contra la cual hasta la gracia sanguinaria de la señora O’Connor parece un poco fácil, y las almas en juego prefabricadas.

Y es esto, creo yo, lo que hace que el ingenio de Kafka sea inaccesible para unos niños a quienes nuestra cultura ha educado para que vean las bromas como entretenimiento y el entretenimiento como algo reconfortante. No es que los estudiantes no “pillen” el humor de Kafka, sino que les hemos enseñado a ver el humor como algo que se pilla, de la misma forma que les enseñamos que el “yo” es algo que se tiene sin más. No es de extrañar que no puedan apreciar el chiste que hay en el centro mismo de Kafka: que la horrible pugna por establecer un “yo” humano resulta en un “yo” cuya humanidad es inseparable de esa pugna horrible. Que nuestro viaje interminable e imposible hacia el hogar es de hecho nuestro hogar. Es difícil de explicar con palabras cuando uno está frente a una pizarra, créanme. Se les puede decir a los alumnos que tal vez sea bueno que no “pillen” a Kafka. Se les puede decir que imaginen que sus relatos tratan todos de una especie de puerta. Que nos imaginemos acercándonos y llamando a esa puerta, cada vez más fuerte, llamando y llamando, no solo deseando que nos dejen entrar sino también necesitándolo; no sabemos qué es pero lo sentimos, esa desesperación por entrar, por llamar y dar porrazos y patadas. Y que por fin esa puerta se abre… y se abre hacia fuera: que durante todo el tiempo ya estábamos dentro de lo que queríamos. Das ist komisch.

David Foster Wallace
Algunos comentarios sobre lo gracioso que es Kafka,
de los cuales probablemente no he quitado bastante, 1999

DESPERTANDO A LA PRIMAVERA








miércoles, 28 de enero de 2015

JACQUES LE FATALISTE




Jacques preguntó a su amo si no había advertido que, por grande que fuera la miseria de la gente pobre, sin tener pan para ellos, todos tenían perro… De donde concluyó que todo hombre quería mandar a otro; y que al hallarse el animal en la sociedad inmediatamente debajo de la clase de los últimos ciudadanos mandado por todas las demás clases, aquéllos tomaban a un animal para poder mandar también a alguien… Cada cual tiene su perro. El ministro es el perro del rey, el primer funcionario es el perro del ministro…

JACQUES LE FATALISTE

DIDEROT

IL LIBRO DELLA MIA MEMORIA




El recuerdo de la primera vez que se ha leído un libro amado se mezcla extrañamente con el recuerdo del lugar y el recuerdo de la hora y de la luz. Hoy, como entonces, la página se me aparece a través de una bruma verdosa de diciembre, o resplandeciente bajo el sol de junio, y cerca de ella, queridas figuras de objetos y de muebles que ya no están. Así como tras haber observado largamente una ventana se vuelve a ver, cerrando los ojos, su espectro transparente con cuadrículas negras, del mismo modo la hoja atravesada por sus líneas se ilumina en la memoria con su antigua claridad. El olor también es evocador. El primer libro que tuve me lo trajo de Inglaterra mi gobernanta. Tenía cuatro años. Recuerdo claramente su actitud y los pliegues de su vestido, una mesa de trabajo ubicada frente a la ventana, el libro con cobertura roja, nueva, brillante, y el olor penetrante que exhalaban sus páginas: un olor acre de creosota y de tinta fresca que los libros ingleses recientemente impresos conservan por mucho tiempo. De ese libro hablaré más adelante: con él aprendí a leer. Pero su olor me provoca aún hoy el escalofrío de un nuevo mundo vislumbrado y el hambre de la inteligencia. Aún hoy no recibo un libro nuevo de Inglaterra sin sumergir mi cara entre sus páginas hasta el hilo que lo encuaderna, para inhalar su bruma y sus vapores y aspirar todo aquello que puede quedar de mi alegría de infancia.

Marcel Schwob
Il libro della mia memoria, 1905

POMPAS FÚNEBRES




1 de marzo. Funeral de Schwob. ¿Por qué los hombres de letras no escriben sus propios discursos fúnebres cuando aún están vivos? Sólo les robaría cinco minutos de su vida.
Le gustaba tanto Villon, que vivía en la calle Saint-Louis-en-l’Île. Alguien preguntó a un frutero de esa calle:
– ¿A quíen se llevan?
– A un poeta – dice el frutero.
Una mala definición de Schwob.
El señor Croiset hace un discurso trivial, pero el sonido de su voz hace apreciar a ese viejo profesor.
Me avergüenzo un poco de haber venido sólo con bombín; cierto que Jarry lleva una gorra peluda.
Junto a la tumba, el chino de Schwob, vestido de civil.
Georges Hugo, que ya parece un viejo bien conservado que aún no se ha labrado un rostro con carácter.
Bajan a Schwob a una tumba provisional. Baja, baja hasta el otro mundo.
“Acompáñenme un ratito: me será muy agradable, pero por favor, si tienen miedo de resfriarse no se queden descubiertos. Si hace sol no traigan paraguas. ¿Coronas? Bueno, pero que haya una de laurel.
¡Y no pongan caras tristes, les afean! ¡Cuidado con parecerse a mí!
Además, no digan que tuve buen carácter. Tener buen carácter no es una virtud: es el vicio eterno, y ya saben ustedes cuánto detestaba yo que me incordiasen. Que algunos se emocionen, si pueden. ¡Los demás que sonrían y sean graciosos!”
¿Y por qué tras un discurso fúnebre no se aplaude? Al muerto, que es sordo, no le molestaría, y el orador, que cuando el vecino le devuelve el sombrero no sabe qué hacer con las cuartillas manuscritas, lo agradecería.

Jules Renard
Diario, 1 de marzo de 1905


lunes, 26 de enero de 2015

LÀ-BAS LA BIDASSOA








LE FOIE ET LA FOI


EL QUE LA TENGA










 Courage, jeune homme,… Ne quitte ton atelier que pour aller consulter la nature. Habite les champs avec elle. Va voir le soleil se lever et se coucher, le ciel se colorer de nouages. Promène-toi dans la prairie, autour des troupeaux. Vois les herbes brillantes des gouttes de la rosée. Vois les vapeurs se former sur le soir, s’étendre sur la plaine et te dérober peu à peu la cime des montagnes. Quitte ton lit de grand matin, malgré la femme jeune et charmante près de laquelle tu reposes… Va voir l’orage se former, éclater et finir ; et que, dans deux ans d’ici, je retrouve au Salon les arbres qu’il aura brisés, les torrents qu’il aura grossis, tout le spectacle de son ravage ; et que, mon ami et moi, l’un contre l’autre, appuyés, les yeux attachés sur ton ouvrage, nous en soyons encore effrayés.

Diderot. Salon de 1765. Loutherbourg.

CADA VEZ SE ACERCAN MÁS