jueves, 3 de marzo de 2016

TODO AQUELLO QUE SE LLAMA FUTURO ES MUERTE







Todo aquello que se llama Futuro es "muerte". "Futuro" no escandaliza a nadie y "muerte" sí. Imaginaos la que os están haciendo cuando a vosotros, la gente de veintipocos años, os dicen que tenéis mucho Futuro. Una vez que habéis entendido lo que quiere decir la palabra, supongo que el truco os parece bastante claro. Tenéis mucho Futuro, en efecto, tenéis tanta cantidad de Futuro que no hay tiempo para vivir. Ésta es la descripción, más o menos, de la administración de muerte. No hay tiempo para vivir, porque ese tiempo en el que a lo mejor podría suceder tal cosa, como "vivir", está íntegramente ocupado en la preparación del "Futuro". Íntegramente ocupado en la preparación del Futuro de todas las maneras que vosotros ya sabéis, desde las más triviales, desde el momento que os hacen estar pendientes de un examen fin de curso, desde ese momento, pues, ya veis cómo la administración de muerte se realiza. No tiene ninguna importancia que os examinéis, da igual, y esto lo comprobáis a cada paso. Al aparato le importa un bledo. Si hay algún profesor que está interesado en las cosas que trata es una excepción. Lo que importa es que tengáis un programa, un proyecto, un plan de fecha fija. Os quieren hacer creer que os estáis preparando para adquirir una formación que os permita debidamente integraros en este orden. Pendientes de un Futuro y, efectivamente pues, llega el final de carrera, llega la oposición y lo que sea o el manejo por el que os colocáis; otros quedáis sin colocar, pero no importa porque también el paro está dentro del trabajo, es una parte de la institución, de forma que el parado sigue aspirando a colocarse y no se le ocurre disfrutar de su condición de descolocado ni por asomo. De forma que todos están preparados con eso. 



Luego están otros Futuros: parece que tenéis que casaros, nadie, ni dios sabe por qué, pero está ahí, está en el Futuro, es una condición, llega un momento en que hay que casarse y da igual que no creáis en esto y en lo otro y os parezca que eso del matrimonio es una ceremonia, da igual, no importa. Lo importante es que es una cosa más que hay que hacer y que está en el Futuro, y que después hay que preocuparse de unos niños y después pensar en los posibles cambios de residencia y colocación que entretienen mucho, y después en los planes de jubilación que la banca os proporciona para que os aseguréis la última parte del camino tranquila y podáis disfrutar así con Futuros sucesivos que ocultan el mismo tiempo, que revelan la verdadera condición del Futuro: esa muerte verdadera de la que estoy hablando. El mundo desarrollado aspira a que las poblaciones no sean más que masas de individuos, cada uno íntegramente reaccionario, es decir, conforme con el estado y el capital que lo rige. Se confía por lo menos por la parte de arriba que cada uno sea necesariamente reaccionario, es decir temeroso de su Futuro, preparador de su Futuro. Se confía, por desgracia, con buen fundamento en que al menos la parte superior de cada uno, la visible, tenga esa condición. Gracias a esto confían que las votaciones de la mayoría sean siempre reaccionarias y conformes. Lo practican una y otra vez; están seguros de que el procedimiento va a darles lo que esperaban. Y así funciona la cosa, así forman estas "masas", cuando no es a través de las instituciones de educación directamente, es por los otros medios culturales, la televisión a la cabeza. Así se consigue que nunca pase nada para que siga esta paz. Esta paz que consiste en la inmovilidad, la inmovilidad recubierta de movimiento acelerado. Se mueven pero están quietos. Ésta es la condición metafísica; esta conversión de la vida en historia implica al mismo tiempo la conversión de la gente en puras "masas" de individuos.

AGUSTIN Gª CALVO

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