miércoles, 16 de abril de 2014

POESÍA Y VERDAD




El ser que influyó más decisivamente en mí y que estaba destinado a afectar toda mi manera de pensar, fue Spinoza. Después de haber buscado en vano por todo el mundo una filosofía que dejara satisfecho mi temperamento, tropecé con la “Ethica”de este gran filósofo.

Me sería imposible siquiera dar una idea de lo mucho que aprendí con sólo leer por encima esa obra que luego tuve que volver a leer muchas veces con atención. En ella encontré un consuelo para mis pasiones y al mismo tiempo, a medida que la iba leyendo, me parecía que se abría ante mi vista una perspectiva sin fin, tanto del mundo sentimental como del moral. Pero lo que más me llamó la atención fue el noble desinterés que brilla en cada una de sus páginas. Este pensamiento: “Aquel que realmente ama a Dios, no espera que Dios lo recompense amándolo también”, así como las proposiciones preliminares en que descansa y las consecuencias que le siguen, colmó de satisfacción las aspiraciones de mi pensamiento.

Pero no debemos olvidar que las uniones más íntimas son las de los caracteres más opuestos. La calma con que todo lo allana Spinoza contrasta mi actividad impulsiva; su método matemático es la antítesis de mi sentimentalismo poético. Sin embargo, ese contraste, es el que me hizo el más entusiasta de sus discípulos, el más decidido de sus admiradores.

Aunque ya hacia tiempo que ya había oído hablar de Spinoza, fue una invectiva contra él, lo primero que me motivó a estudiarlo. Siempre agradeceré al autor de dicha diatriba, la oportunidad que me dio para interesarme por tan noble y admirable filósofo holandés y nunca podré olvidar la tranquila, espiritual y claridad de visión que experimenté cuando leí las obras póstumas de Spinoza.

Después de terminar de leerlo, me di cuenta de que jamás había yo visto el mundo de una manera tan clara, para mí fue aquello una revelación que me hizo cambiar por completo mi criterio en general. Debo confesar que las ideas y el pensamiento de Spinoza, quedaron grabadas muy fuerte en mi mente y fueron aquellos pensamientos de Spinoza, los que determinaron el curso de mi vida”.

GOETHE


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