martes, 26 de mayo de 2015

LA VICIOSA COSTUMBRE




— ¿Cómo ha podido usted, señora, estar tan distraída durante la lectura del último capítulo? Le he dicho a usted en él que mi madre no era papista.
—¡Papista! Usted no me ha dicho tal cosa, señor.
—Señora, le ruego que me permita volver a repetírselo una vez más: se lo he dicho por lo menos con tanta claridad como las palabras, por inferencia directa, se lo podían decir a usted.
—En ese caso, señor, debo de haberme saltado una página.
—No, señora, no se ha saltado usted ni una palabra.
—Entonces es que me he quedado dormida, señor.
—Mi orgullo, señora, no puede consentirle este recurso.
—Pues le aseguro que no sé nada en absoluto acerca de esa cuestión.
—Ese es un fallo, señora, que le achaco enteramente a usted: es justamente lo que le reprocho; y, en castigo, insisto en que retroceda inmediatamente —es decir, en cuanto llegue usted al próximo punto y aparte— y vuelva a leer de cabo a rabo el capítulo anterior.

No le he impuesto esta penitencia a la señora ni por capricho ni por crueldad, sino por el mejor de los motivos; y en consecuencia no pienso pedirle ningún tipo de disculpas por ello cuando regrese:—lo he hecho para escarmentar a la viciosa costumbre, que con ella comparten miles de personas en las que subrepticiamente se ha introducido y asentado,—de leer todo seguido hacia delante, más en busca de las aventuras que de la profunda erudición y conocimientos que un libro de esta índole, si se lo leyera todo entero y como es debido, impartiría indefectiblemente junto con aquéllas.——La mente debería estar acostumbrada a ir haciendo sabias reflexiones y sacando interesantes conclusiones a medida que avanzara en la lectura; este hábito hizo afirmar a Plinio el joven ‘que nunca leía libros tan malos como para no sacar ningún provecho de ellos’. Las historias de Grecia y Roma, recorridas sin estas disposición y aplicación,—sirven de menos, afirmo, que la historia de Parismus y Parismenus, o que la de los Siete Campeones de Inglaterra leídas con ellas.

Laurence Sterne
Tristam Shandy
Libro I, Capítulo 20

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